lunes, 25 de agosto de 2014

El 'matrimonio' del mismo sexo no augura nada bueno para la sociedad

Arzobispo Thomas Wensky

Jueces de los condados de Monroe, Miami-Dade, Broward y ahora del condado de Palm Beach, han dictaminado que la enmienda que el estado de La Florida aprobó en el 2008 en defensa del matrimonio tradicional es “inconstitucional”. 

Estos ejercicios de activismo judicial en bruto han quedado pendientes de apelación. Sin embargo, a la luz de estas resoluciones, las élites autoproclamadas como “progresistas” —incluyendo al presunto candidato demócrata a la gobernación de la Florida— están diciendo a la mayoría de los ciudadanos de la Florida, así como a millones de estadounidenses que todavía apoyan el matrimonio como se ha entendido desde hace milenios, como la unión entre un hombre y una mujer, que “se adapten al paso de los tiempos”. Quienes se definen como defensores de la tolerancia, no están dispuestos a tolerar a aquellos de sus conciudadanos que se oponen tanto a la erosión de la autonomía democrática por parte de jueces agresivamente activistas que legislan desde su estrado, como a la consiguiente erosión de sus libertades de conciencia y de religión. 

Quienes promueven el “matrimonio” entre personas del mismo sexo desean, en efecto, consolidar las vacías victorias de la “revolución sexual”. Para promover lo que consideran “la igualdad del matrimonio”, necesitan “deconstruir” y “redefinir” la comprensión del matrimonio como la unión conyugal de un hombre y una mujer en un compromiso permanente y exclusivo, propicio para la acogida y educación de los hijos nacidos de tal unión. De la misma manera en que el aborto y el “sexo seguro” se promueven para proteger a las personas de las consecuencias inevitables de la actividad sexual, vista ahora como una mera “actividad recreativa” sin ningún significado moral, la defensa del “matrimonio” entre personas del mismo sexo convierte el concepto del matrimonio en una idea sin sentido. 

De hecho, el argumento de que permitir que las parejas del mismo sexo se casen significa la “igualdad en el matrimonio”, es una falacia: La legalización del matrimonio del mismo sexo no amplía la institución del matrimonio a una clase anteriormente “excluida”, sino que reduce el matrimonio a un estado sólo para la gratificación emocional de dos personas —¿y por qué sólo de dos? Una tal redefinición desafía la verdadera naturaleza del matrimonio como la unión integral de “dos en una sola carne”, capaz de unir a los hijos con sus madres y sus padres, una unión que sólo un hombre y una mujer son biológicamente capaces de constituir. 

El sentido común —hoy cada vez más raro— entiende el matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer como un hecho natural enraizado en la procreación y la diferencia sexual. Tal como lo ilustra la famosa anécdota de Abraham Lincoln: “Si llamamos pata a la cola, entonces ¿cuántas patas tiene una vaca? Cuatro, porque llamar pata a la cola no convierte a la cola en pata”. Lincoln entendía mejor que muchas personas de hoy en día la relación entre la verdad y la realidad. 

“La igualdad de matrimonio” es hoy el estandarte de quienes defienden una autonomía radical que cree que cualquier persona puede, esencialmente, crear su realidad desde su voluntad individual, sin referencia alguna a la verdad de las cosas. Un individuo capaz de creer que puede, por la fuerza de su voluntad, desafiar la ley de gravedad, se pone en situación de sufrir una caída desastrosa. Del mismo modo, la sociedad se inclina al desastre si se empeña en la locura de “llamar pata a la cola” con el fin de redefinir el matrimonio. 

Imponer el “matrimonio” del mismo sexo abriría una caja de Pandora repleta de consecuencias no deseadas, que no auguran nada bueno para la promoción del bien común y la prosperidad humana de toda la sociedad. Las familias deben construirse sobre cimientos más sólidos que la gratificación emocional o sexual. Los hijos tienen derecho a ser criados por la madre y el padre que los procrearon y que, con un amor desinteresado y sacrificial, se comprometen como marido y mujer a una relación mutua y exclusiva que les proporcionará un hogar estable y propicio.

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